viernes, 1 de febrero de 2008

EL ESPÍRITU CRÍTICO



(…).Se pretende convencer a la población de que todo, desde problemas muy graves a otros muy nimios, son cuestiones de tipo médico, cuya existencia se puede prevenir con adecuados programas de prevención y promoción de la salud y para cuyo tratamiento existe la medicación oportuna. La menopausia, la andropausia, la calvicie, el síndrome de las piernas inquietas, el dolor por la muerte de un ser querido, el niño problemático, la celulitis, la infelicidad, el bajo rendimiento laboral, la inapetencia sexual, todo es susceptible de ser etiquetado como síndrome, como patología y, por consiguiente, necesitado de tratamiento médico.

Ante tanto despropósito conviene ser muy prudentes y cultivar un sano escepticismo. A menudo detrás de tanto énfasis en la salud lo que existe es el intento de maximizar la cuenta de resultados de muchas empresas. La salud no debería ser el valor supremo y no debiera servir de coartada para limitar la libertad y la autonomía de la persona en todo aquello que no afecta a terceros.

Enrique Cámara Díez: “De la medicalización de la vida y los determinantes sociales de salud” Jano 1672.

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