domingo, 28 de octubre de 2007

EL BEATO QUE NO LO SERÁ



Manuel Francisco Riera Martínez

En aquel verano de 1936, Jeroni Alomar, Poquet, era sacerdote en Llubí, un pueblo del centro de Mallorca.
Hay que recordar que el "alzamiento" triunfó en Mallorca sin lucha, y que antes del mismo tampoco se había ejercido violencia alguna contra las gentes de derechas o la Iglesia, lo que no impidió la sangrienta represión, los centenares de asesinados en las cunetas de las carreteras por haber figurado en listas electorales del Frente Popular, por estar afiliado a un sindicato o pertenecer a un partido de izquierda o incluso de centro.
En aquel clima, Jeroni Alomar contribuyó decisivamente a salvar la vida de algunas personas -alcaldes o concejales de algún pueblo vecino al suyo-, facilitándoles la huida en barca a Argelia.
Detenido y juzgado en uno de aquellos vergonzosos consejos de guerra por "auxilio a la rebelión", fue fusilado en junio de 1937.
Sin duda, Jeroni Alomar era "culpable" de su "delito". Este delito, en términos laicos, no era otro que sentido de justicia, solidaridad con las víctimas y profunda humanidad. Pero, además, y si no me equivoco, tales sentimientos y comportamiento se ajustan a lo que, según dicen, debe entenderse por "caridad cristiana"; dicho en otras palabras, desde el punto de vista católico este sacerdote fue fusilado precisamente por cumplir con su obligación de buen cristiano y de sacerdote (por cierto que el obispo -Miralles-, incondicional de los sublevados, consintió el crimen sin mayores protestas).
Si la Iglesia fuera otra cosa que una monumental, monstruosa, estructura de hipocresía, ¿no es evidente que debería exponer para admiración e imitación el ejemplo de ese sacerdote? ¿Por qué no lo hace? ¿Por qué será que no me sorprende en absoluto que la jerarquía católica ni siquiera mencione este caso, sino que trate de cubrir de olvido al pobre Jeroni Alomar, culpable de haberse creído lo de la caridad cristiana.

Cartas al director, EL PAÍS, 17.10.07

7 comentarios:

Anónimo dijo...

UN CONSEJO PARA UNA GRAN PERSONA
Buen amigo Ramón...
Por ti y por personas como tú, personas como yo, seríamos capaces de votarte.

Pero no sigas por ahí, metiendote cado dos por tres con la Iglesia, pues a muchos no nos gusta que lo hagas.
Ya te digo, que debes tomarte esto como un consejo, desde mi más humilde opinión no como un ataque, ya que reitero que con personas como tú se llevan adelante los grandes proyectos.
Y desde luego no pretendo decirte, sobre lo que tienes que opinar y sobre lo que no debes(nada más lejos de mi intención), solo decirte lo que a muchos no nos gusta.

Anónimo dijo...

No puedes juzgar a la iglesia conforme lo estas haciendo. La iglesia la forman TODOS los cristianos y algunos de ellos creo que desempeñan una labor social muy importante, es más, me consta que muchos de ellos debido a su estilo de vida intentan tener en todo momento muy presente lo de la caridad cristiana. Sé que tú reconoces la labor de esa gente,o eso pretendo creer, con lo cual me parece injusto que sigas por ese camino.

De una persona que aunque no comparte tus ideas en materias eclesiales, te aprecia.

Anónimo dijo...

Querido Ramon, vuelves a meter la pata por no informarte bien antes de escribir tus interesantes articulos, si bien es cierto que la experiencia de este sacerdote es digna de una persona de Cristo, debes saber que en el proceso de beatificacion que se ha llevado a cabo en Roma estos dias se ha beatificado a Martires Espa�oles que murieron por no renunciar a su Fe, esto es no renegar de Cristo y de su Iglesia, no se ha beatificado a Sacerdotes de un Bando como pretendes hacer creer a la gente con tu articulo. Este Sacerdote probablente sea un ejemplo a seguir pero me hago las siguientes preguntas: �desde su diocesis se ha intentado abrir un proceso similar? �Se ha abierto y todavia esta en fase de estudio? �estan provados los hechos que describes? Debes saber que el Vaticano no abre esta clase de proceso si no que recoje la solicitud de las diocesis de donde provienen estas personas.

Nada mas que decir, por favor documentate antes de escibir sobre temas que desconoces y sobre todo no intentes manipular, los que te leemos somos mas intelegentes de lo que puedas pensar.

Jeroni Alomar, que el Se�or lo tenga en su gloria.

Anónimo dijo...

Lee esto y reflexiona tu articulo por favor:

Fase previa al proceso de beatificación

La Iglesia pide que se introduzcan causas de beatificación de fieles que hayan fallecido con fama de santidad, y que ésta sea constante y difundida en diversos lugares. El Papa Benedicto XVI en el Mensaje al prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos insiste en que "es evidente que no se podrá iniciar una causa de beatificación y canonización si no se ha comprobado la fama de santidad, aunque se trate de personas que se distinguieron por su coherencia evangélica y por particulares méritos eclesiales y sociales".

Para introducir una causa de beatificación se exige que transcurra un plazo. El derecho exige actualmente que haya transcurrido un plazo de cinco años desde la muerte del fiel, y que no hayan pasado cincuenta años. Anteriormente el plazo era de más de cincuenta años; la legislación actual ha decidido reducir el plazo para evitar la desaparición de pruebas. En este tiempo, y hasta que se proceda a su beatificación, la Iglesia prohibe que bajo cualquier aspecto se dé siquiera la apariencia de culto público al fiel que ha muerto con fama de santidad. De todas maneras, el Papa puede dispensar del plazo de cinco años. En los últimos años se han dado dos dispensas: una concedida por Juan Pablo II para iniciar el proceso de la Madre Teresa de Calcuta, y otro por Benedicto XVI para iniciar el proceso de canonización de Juan Pablo II.

La espera de cinco años o más, sin embargo, puede ser muy fructífera. Los promotores de una causa de beatificación pueden aprovechar estos años para recoger testimonios de personas que conozcan la vida del candidato a santo, así como para redactar una biografía de exquisito rigor histórico y con buen aparato crítico y cuidada documentación, que eventualmente pueda servir para presentarla en los procesos competentes. Además será muy útil que difundan la devoción privada al fiel cuya canonización desean promover. Se suele hacer mediante la difusión de estampas u hojas informativas, y actualmente se incorporan nuevos medios: documentales y vídeos, páginas web, etc. También se pueden editar libros y folletos, como la biografía que se ha preparado para el proceso, u otras más sencillas para la divulgación, con tal de que sean rigurosamente históricas.

Quienes deseen promover la beatificación de un fiel, pueden editar y distribuir estampas, hojas informativas y otros impresos en las que se contengan oraciones al fiel, pero en ellos debe constar la finalidad de la devoción privada de dicho material impreso.

Fase diocesana del proceso de beatificación

Existen dos vías para la beatificación: se puede introducir un proceso de beatificación por virtudes heroicas, o bien puede incoarse un proceso de martirio. Los recorridos procesales, en ambos casos, son distintos.

El proceso de beatificación por la vía de virtudes heroicas tiene como finalidad la declaración de que el fiel vivió las virtudes cristianas en grado heroico. Al introducir el proceso, se establece la duda procesal de si el fiel vivió las virtudes cristianas en grado heroico. Mientras que si el proceso se desarrolla por la vía de martirio, la duda sobre la que se establece el proceso es si el fiel sufrió martirio por su fe.

En todo proceso -y también en el de beatificación y de canonización- hay un actor, que es quien asume la responsabilidad de impulsar el proceso hasta terminarlo. Puede ser actor del proceso de beatificación cualquier persona, física o jurídica, aunque en estos procesos, dados los grandes plazos de tiempo que se requieren, lo normal es que sea una persona jurídica: una diócesis, la familia religiosa a la que pertenecía el fiel, etc. En algunos casos se han constituido Asociaciones con el fin de promover la beatificación y canonización de una persona que han sido quienes se han personado como actores. Quien desee promover una canonización, ha de tener en cuenta que es una tarea que excede a una sola persona, por los plazos de tiempo que requiere y por el trabajo que exige.

El actor, además, ha de nombrar un postulador de la causa. El postulador tiene la función de representar al actor en la causa: es él quien de hecho se encarga de impulsar la causa. Según las Normae servandae, promulgadas por la Congregación para las Causas de los Santos, el Postulador debe residir en Roma en el momento en que la causa se lleve a la Congregación. Pueden ser Postuladores sacerdotes, miembros de Institutos de Vida Consagrada o laicos, peritos en historia, teología y derecho canónico y expertos en la práctica de la Congregación. Se pueden nombrar Vicepostuladores, que ejercen sus funciones en las diversas partes del mundo como delegados del Postulador.

El tribunal competente para iniciar la causa de beatificación es el del lugar en que ha fallecido el fiel (Normae, 5, a). El postulador ha de presentar una biografía del fiel, todos los escritos del fiel -publicados e inéditos, como cartas, notas de conciencia, etc.- y una lista de personas que puedan testificar sobre la vida del fiel. También ha de añadir las razones que avalan la petición: difusión de la devoción privada, atribución de favores por su intercesión, etc. Desde el momento de la introducción de la causa, al fiel cuya canonización se pretende se le llama siervo de Dios. El hecho de que un fiel sea siervo de Dios no prejuzga de ningún modo su santidad; es más, se pueden ofrecer sufragios (Misas de difuntos y oraciones) por su alma.

Una vez introducida la causa por el actor, el Obispo ha de designar censores teólogos que examinen los escritos del siervo de Dios, los cuales deben certificar que en ellos no se contiene ninguna doctrina contraria a la fe y a las buenas costumbres. Una vez examinados los escritos, y si el examen de los escritos es negativo (no hay nada contrario a la fe y las buenas costumbres), el Obispo debe tomar la decisión de abrir o no el proceso. De todas maneras, si urge tomar declaraciones a los testigos para que no se pierdan pruebas, se puede seguir adelante sin esperar a que los censores emitan su dictamen. Esto es importante en las causas de siervos de Dios que tienen muchos escritos.

La decisión de Obispo debe tener en cuenta el bien de la Iglesia universal, para lo cual le puede ayudar conocer la fama de santidad del siervo de Dios y la difusión de su devoción. Si decide que la causa de beatificación se inicie, promulga un decreto por el que constituye un tribunal, nombrando al menos un juez y un promotor de justicia. El promotor de justicia tiene la función de buscar la verdad del caso: a veces se le ha designado “el abogado del diablo”, porque en otras épocas no buscaba la verdad, sino que su función era poner dificultades. Muchas veces participa también en el tribunal un secretario-notario. En el decreto el Obispo ordena también la recogida de pruebas y de testimonios.

El objetivo del proceso es establecer si el siervo de Dios vivió en grado heroico las virtudes cristianas y su fama de santidad; para ello se examina la vida del siervo de Dios, y se intenta averiguar, por los hechos de su vida, el modo de vivir las virtudes. Nótese que importan poco los hechos extraordinarios que puede haber habido en la vida de un siervo de Dios: una causa en las que el postulador aporte sólo hechos extraordinarios, y no aporte pruebas del modo en que el siervo de Dios vivió las virtudes, difícilmente prosperará. Existe la práctica de considerar que se han vivido las virtudes heroicas, si el siervo de Dios luchó por vivirlas al menos los últimos cinco últimos años de su vida. Este criterio se ha flexibilizado recientemente en las causas de niños.

Naturalmente, lo dicho vale para las causas por virtudes heroicas: si la causa es de martirio, se centrará en el momento de la muerte del siervo de Dios, pues se trata de demostrar que murió por odio a la fe. No importarán, por lo tanto, el modo de vivir las virtudes heroicas. Las pruebas que se han de aportar se referirán, por lo tanto, al momento de su muerte.

Sobre el martirio, se debe tener en cuenta que aunque el motivo que impulsa al martirio sigue siendo el mismo que el de otras épocas y tiene en Cristo su fuente y modelo, han cambiado los contextos culturales y las estrategias por parte de los enemigos de la fe, que cada vez trata de manifestar de modo menos explícito su aversión a la doctrina cristiana o a un comportamiento relacionado con las virtudes cristianas, pero que simula diferentes razones, por ejemplo, de naturaleza política o social. Sin embargo, "es necesario recoger pruebas irrefutables sobre la disponibilidad al martirio, como derramamiento de la sangre, y sobre su aceptación por parte de la víctima, pero también es necesario que aflore directa o indirectamente, aunque siempre de modo moralmente cierto, el odio a la fe del perseguidor", como recuerda el Mensaje de Benedicto XVI al prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

Una vez constituido el tribunal, en él se interrogan a los testigos, los cuales preferiblemente deben ser de visu (de vista); si no existen, o alguno aporta datos importantes, se pueden proponer testigos ex auditu (de oído). Se deben proponer un número notable de testigos que no pertenezcan al mismo instituto de vida consagrada del siervo de Dios, si es el caso, y también a personas contrarias a la causa.

Una vez terminada la fase probatoria, se redacta un documento en el que se examinan los datos recogidos (la llamada positio) y se envían todas las actas a la Congregación para las Causas de los Santos.

Fase romana del proceso de beatificación

En la Santa Sede es competente la Congregación para las Causas de los Santos. Dentro de la Congregación, existe un Colegio de Relatores. Su función es recibir las causas que llegan e impulsarlas, de acuerdo con las normas de la propia Congregación y con el máximo rigor.

Una vez recibida la causa, se asigna a uno de los Relatores, el cual preparara las ponencias sobre las virtudes o sobre el martirio del Siervo de Dios. Esta tarea se suele prolongar durante muchos años, pues depende ante todo de la importancia de las causas; y la importancia la determina principalmente la fama de santidad. Por eso si el postulador quiere impulsar un causa, puede recoger relatos de favores atribuidos a la intercesión del siervo de Dios, si es posible con documentación que avalen el milagro como informes médicos, declaraciones juradas, etc. También son útiles otros documentos que avalen la fama de santidad, como cartas que escriben los fieles. Otro hecho que impulsa la causa es que se haya iniciado ya el proceso de un presunto milagro.

La ponencia sobre las virtudes o sobre el martirio se presenta a la Comisión de Teólogos, los cuales emiten su voto. Si éste es favorable, se entrega a los Cardenales y Obispos miembros de la Congregación. Si su voto también es favorable, se presenta al Santo Padre la propuesta de que se apruebe el decreto de virtudes heroicas del siervo de Dios: una vez aprobado, el siervo de Dios recibe el título de Venerable. Las normas litúrgicas no permiten dar ningún culto a los siervos de Dios declarados Venerables, pero desde el momento de su declaración han de cesar los sufragios por su alma, puesto que la Santa Sede ha juzgado que ha vivido en grado heroico las virtudes cristianas.

Si la causa de beatificación se sigue por vía de martirio, no se procede a la declaración de Venerable. Como se sabe, para la beatificación de los mártires no es necesario el proceso del milagro. Una vez aprobada la ponencia por las dos grupos -Comisión de Teólogos y Congregación de Cardenales y Obispos- se presenta al Santo Padre, el cual, si lo estima conveniente, procederá a promulgar el decreto por el que se aprueba el martirio del siervo de Dios, y ordenará su beatificación.

Anónimo dijo...

Joer Ramon, te han dado un buen soplamocos, no?

Ramón Pacheco dijo...

Lo que puede aprender uno escribiendo un blog. Gracias a todos los anónimos de este post. Pero no olvideis que después está el día a día, los sentimientos, la amistad, la solidaridad, la justicia social y el permitir que todos entierren a sus muertos con dignidad. Un abrazo.
Pd. He encontrado un fragmento de una película muy famosa que colgaré este fin de semana y os la dedico a vosotros especialmente.

Conxa dijo...

¿ Qué has hecho para tener tantos lectores católicos o al menos defensores de la iglesia católica ?