Mi madre me reprocha frecuentemente que no hablamos y que pasamos poco tiempo juntos, es una señora mayor y vive sola porque quiere mantener su independencia mientras el cuerpo aguante.
He tenido conocimiento hace poco que a una usuaria de un centro público de mayores de nuestra ciudad se la ha expulsado del mismo durante dos meses, según el consejo juzgador por reiteración de faltas leves. Cuando nos hacemos mayores; nuestro carácter, nuestras filias y fobias, nuestras manías, se extreman y ello se acentúa muchas veces por la soledad. Si tenemos paciencia con nuestros hijos para formarlos; les enseñamos a hablar, comer, relacionarse…por qué somos tan poco tolerantes con nuestros mayores y hablo en general, porque un día si otro también lo vivo en mi tarea cotidiana.
Son pocos los mayores que deciden llevar una actividad social, los más se quedan en casa frente al televisor lamentando lo mucho que han hecho por sus hijos y lo poco que estos se preocupan de ellos ahora.
Es la primera vez que tengo conocimiento de un hecho semejante al descrito, creo que si los servicios públicos no somos capaces de potenciar la participación de nuestros mayores en la vida social de nuestra ciudad, estamos desperdiciando un gran potencial de sabiduría.
No quiero hacer de esto política de enfrentamiento, porque nada tiene que ver con el Ayuntamiento, pero de aquellos polvos estos lodos, cuidemos las formas y no generemos el revanchismo en determinados colectivos.
Dediquemos a nuestros mayores el tiempo y la tolerancia que se merecen son material especialmente sensible.
He tenido conocimiento hace poco que a una usuaria de un centro público de mayores de nuestra ciudad se la ha expulsado del mismo durante dos meses, según el consejo juzgador por reiteración de faltas leves. Cuando nos hacemos mayores; nuestro carácter, nuestras filias y fobias, nuestras manías, se extreman y ello se acentúa muchas veces por la soledad. Si tenemos paciencia con nuestros hijos para formarlos; les enseñamos a hablar, comer, relacionarse…por qué somos tan poco tolerantes con nuestros mayores y hablo en general, porque un día si otro también lo vivo en mi tarea cotidiana.
Son pocos los mayores que deciden llevar una actividad social, los más se quedan en casa frente al televisor lamentando lo mucho que han hecho por sus hijos y lo poco que estos se preocupan de ellos ahora.
Es la primera vez que tengo conocimiento de un hecho semejante al descrito, creo que si los servicios públicos no somos capaces de potenciar la participación de nuestros mayores en la vida social de nuestra ciudad, estamos desperdiciando un gran potencial de sabiduría.
No quiero hacer de esto política de enfrentamiento, porque nada tiene que ver con el Ayuntamiento, pero de aquellos polvos estos lodos, cuidemos las formas y no generemos el revanchismo en determinados colectivos.
Dediquemos a nuestros mayores el tiempo y la tolerancia que se merecen son material especialmente sensible.
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