....culminó con el espectáculo de un grillo amaestrado...Se paraba en dos patas, extendía las alas, cantaba con silbos rítmicos y agradecía los aplausos con reverencias teatrales. Al final, ante el domador embriagado con la salva de aplausos, Obregón agarró al grillo por las alas, con la punta de los dedos, y ante el asombro de todos se lo metió en la boca y lo masticó vivo en un deleite sensual. No fue fácil reparar con toda clase de mimos y dádivas al domador inconsolable.
(Gabriel García Márquez. "Vivir para contarla")
Pd. Una vez emitido ya no tiene arreglo, de nada sirven los llantos y las lamentaciones.Nos habrán dado.
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