martes, 6 de noviembre de 2007

LA SENTENCIA

Esta semana Borja Mari y sus amigos trataban el tema de la sentencia del 11-M:

Ante la certeza que teníamos de que el pueblo español no estaba preparado para interpretar correctamente una sentencia judicial tan complicada como la del 11 M, en el Partido hace meses que venimos preparando un sencillo manual. Muchos son los argumentos que están utilizando Zapatero y sus acólitos para dar un giro a la sentencia que favorezca su absurda teoría de que el atentado fue obra de un grupo de islamistas, cabreados por la intervención de España en la Guerra de Irak.

Las pruebas que presentan los Zapateristas para relacionar el atentado con Irak son tan endebles como los túneles de Cataluña. Para comenzar, que los tres países en los que se han cometido los tres atentados más importantes coincidan con los que participaron en la reunión de las Azores es simple y pura casualidad. Si los terroristas escogieron España fue por simple envidia. Envidia de un país que, gracias al firme timón de José María Aznar, se había convertido en faro de Occidente y asombro de propios y extraños ante sus avances económicos y sociales.(...)
En el Partido no albergamos duda alguna de que tras el atentado, que nada tiene que ver con la Guerra de Irak ni, por lo tanto, con ninguna red internacional de terroristas islámicos, debe haber un grupo de cerebros que buscó de forma deliberada que perdiéramos las elecciones generales del 14 de marzo. Esta verdad incuestionable excluye por completo a los pobres desgraciados que acaban de ser condenados. Sólo a alguien con una gran preparación intelectual se le puede ocurrir que para hacer daño a un Gobierno se cometa un atentado tres días antes de las elecciones generales. Y para afirmar esto nos basamos en un estudio hecho hace pocas semanas entre los más destacados cerebros del Partido que ante la pregunta: ¿En qué fecha cometería usted un atentado si quisiera hacer daño a un Gobierno que está a punto de celebrar unas elecciones?”, respondieron de forma mayoritaria la respuesta A: “Unos meses antes, para que tenga tiempo de reaccionar”. Sólo hubo dos disidencias, un conocido alcalde que escogió la B: “En los días previos a las elecciones” y otro dirigente (no sé yo lo que vamos a hacer con este Ángel, que no termina de aplicarse) que respondió la C: “Después de las elecciones, cuando ya nadie lo espere”.

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