lunes, 28 de julio de 2008

LA POLÍTICA y la familia.


Cuando decides dedicarte a esto de la política durante un periodo de tu vida, porque te crees capaz de mejorar la calidad de vida de los que te rodean, algunos aspectos de tu cotidianidad se resienten, debes desatender a tus amigos, tus aficiones, tus costumbres. Todo se deteriora, pero lo haces con gusto porque ves los logros que vas obteniendo en la gestión de lo público, y como sabes que tiene un principio y un final, retomarás lo que dejaste cuando termines.
Lo que más duele, alguna vez lo comenté con José Mª Veguer, es la familia, el tiempo que dejas de dedicarle, los buenos ratos que te pierdes y los pequeños contratiempos que te encuentran ausente. Al final como la ocupación es tan absorbente realizas pactos de compensación, que siempre son insuficientes.
Los viejos lobos de la política que después de años de gloria, sufren pequeños periodos de desazón en su vida familiar, han encontrado en su largo periplo una justificación de su situación. Pero aquellos recién llegados que sin disfrutar ninguna miel ya sufren los envites inmerecidos deberían recapacitar, pues la vida es larga pero hay que aprovecharla. Las aguas procelosas de la política todo lo arrasan.

2 comentarios:

Ana dijo...

La cosa pública exige dedicación. La dedicación la hace uno/a según el nivel de responsabilidad que adquiere cada indiviuduo. El problema, es que pasado el tiempo, incluso has dejado de ser el/la misma. Pero, no creas que tu desgaste le da pena a nadie. La "res publica" agujerea tu vagage y llega a hacerte perder incluso la memoria de ciertas cosas que viviste en familia.
No aconsejes a nadie que se retire a tiempo. Si uno/a no lo vive no lo ve. Si entras en política , el devenir de ella te absorbe tanto, que ni los/as amigos/as te harán ver que acabarás perdiendo. La dulzura de poder hacer lo que quieres y deseas para tu ciudad, te hace creer que ella, está por encima incluso de ti misma. "Craso error". Final irrecuperable. Un saludo y mucha fuerza.

Anónimo dijo...

Los recien llegados a la vída pública no van a ser menos y los pequeños o grandes contratiempos según se mire empiezan a instalarse en sus miserables vidas. En el transcurso del calor por la temperatura y todo sea dicho por las copas, durante una verbena céntrica, se produce algo insólito, la señora muy enojada le dice a su marido ¿cuantos dedos hay aquí? este que no veía ni la mano y con la lengua trabada pasa de ella y claro está en ese momento, como en escenas de matrimonio le recuerda quien trae el dinero a casa y de quién es la casa (él se conforma con seguir escribiendo una novela que tendrá un final poco felíz), ella, la señora le dice vete a las montañas a hacer lo que mejor sabes hacer que en el argot de las fiestas sería "contrabando", ala vete al monte que te dé el aire...estas son las pequeñas o grandes cosas que tiene la "cosa pública"