Se ha mort el Johan.
Todos en la vida tenemos referentes, iconos que tiran de nosotros cuando nos vienen mal dadas, que no hacen sonreír cuando está nublado. Que nos hacen venirnos arriba, que sacan lo mejor que podemos dar. Algunos se los inventan, otros los adoptamos de entre nuestros coetáneos. Yo adopté al Johan desde que cumplí los 13 años; quizá porque me gustaba el fútbol, quizá por su pragmatismo, quizá porque estaba flaco, vaya usted a saber lo que pasaba por mi cabeza.
Durante todo este tiempo he procurado escuchar sus enseñanzas; la razón aplicada a un deporte tan pasional como el fútbol: la solidaridad en defensa, si tú no llegas ya voy yo, la pelota como centro del universo, la rebelión de los pequeños frente a la fuerza bruta, la das y te mueves...
Sentó las bases de un juego que va más allá del propio juego, y su germen nos ha proporcionado a los culés los mejores años de nuestras vidas futboleras.
Gràcies per tot.
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