Fue dos meses antes cuando Anselmo Segarra notó, al mesarse el cabello, que algo había cambiado en él. Ahora, al contemplar en el espejo su escuálido cuerpo; un manojo de huesos con pellejos colgaderos, se percató, que a morirse, se empieza por el pelo
2 comentarios:
Joder Ramón no me amargues la semana.
Un abrazo.
No te toques el pelo...
Un abrazo.
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