Pero de cocinillas y gente que se entromete en la vida de los demás, siempre los ha habido y los habrá. Afortunadamente una de las ventajas quizás de las pocas que tiene vivir en las grandes urbes, es que cada cual va a su bola, a no ser que te toque un vecino de esos tocapelotas. Pero joder antiguamente en los pueblos y todavía más de uno queda, era un sinvivir porque como te tiraras un pedo, a los veinte minutos ya sabia todo el pueblo la clase de cuesco que te habías soltado.
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Pero de cocinillas y gente que se entromete en la vida de los demás, siempre los ha habido y los habrá. Afortunadamente una de las ventajas quizás de las pocas que tiene vivir en las grandes urbes, es que cada cual va a su bola, a no ser que te toque un vecino de esos tocapelotas. Pero joder antiguamente en los pueblos y todavía más de uno queda, era un sinvivir porque como te tiraras un pedo, a los veinte minutos ya sabia todo el pueblo la clase de cuesco que te habías soltado.
Abrazo Ramón.
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