Vaya por delante que he sido Felipista, que Felipe González ha sido mi referente ideológico durante años, que este país nunca le agradecerá lo suficiente su decisión de universalizar la asistencia sanitaria, porque fue una decisión que tomó un gobierno suyo (por mucho que se pretenda reescribir la historia, yo estaba allí y todavía recuerdo las protestas de los profesionales sanitarios por la sobrecarga de trabajo que conllevaba la apuesta) y a los que han venido detrás solo hay que agradecerles que todavía no la han desmantelado del todo.
El otro día vi a González en una intervención pública, aprendí en mi paso por la política que las formas son esenciales y la puesta en escena primordial. Sin decir nada, llamaba la atención su tinte de piel, un moreno en noviembre que asemejaba más a "Julio", tan alejado del ciudadano raso, del machaca de la obra o del campo. Para convencer hay que parecerse a aquellos a los que pretendes persuadir.
Pienso que debería haber esperado a que se le pasase, a recuperarse del daño que el sol de las élites le ha causado en la cara. Porque su figura, esta vez, parecía lejana...casi extraña.
Con el paso del tiempo perdemos los referentes; unos se mueren y otros...se caen.
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