Antes de partir a mi descanso, hermano Sancho, ha menester una reflexión para questas semanas te sean de provecho.
A nadie se le ocurre, compadre, anunciar los festejos de la ínsula con nocturnidad y cuasi a escondidas, quen quitando a tu familia y a la mia mesma, ningún otro sabía qué hacían aquellos incautos con el poniente y haciendo fuego por la avenida principal.
Que no das una amigo, por errar no sabes ni apuntarte los triunfos de los que te precedieron, que si accesos, que si arquitectura, que si modernización, a poco que caigan en tus manos, desgracias parecen, antes que gloria para la ínsula.
Hágote estos reproches a tiempo pasado, que como buen amigo tuyo que soy no quería amargarte las fiestas, questaras conmigo; más que austeras, han sido pobres y tristes, más que de ínsula principal, parecían las de Villatristeza de abajo.
Ninguna culpa tienen tus siervos de que seas tan malo, como bueno cobras, y asesores tienes ¡usalos, válgame el cielo!, que hasta los tuyos de la valencia superior se aprovechan de tu desconocimiento.Vamos que la ínsula no se merecía semejante desdicha. Recondúcete que a este paso, como no te hagan pronto el sanatorio de pudientes, a gorrazos saldremos y bien ganado lo tendremos.